#19N y el futuro de la tecnocracia en Ecuador

En Ecuador se vive hoy un momento histórico-político muy interesante. El gobierno del Presidente Rafael Correa lleva siete años en el poder. En todo este tiempo ha establecido una institucionalidad nueva, un espectro de información completamente reordenado y hasta un vocabulario común, particular y diferente para fortalecer su posición política. Combina eso con el manejo socialmente responsable de unas regalías de petróleo nunca antes vistas y verás una sociedad que está avanzando precipitadamente en alguna dirección, aunque queda por definir en qué dirección se precipita ese desarrollo.

Antes de la llegada de Correa, el control sobre el poder político que disfrutaban los presidentes ecuatorianos era muy tenue. La década que le siguió a la crisis económica de 1998 es famosa porque consecutivamente se tumbaban presidentes de manera espectacular, ya sea con protestas nacionales o intrusiones de un Congreso corrupto y comprado por poderes económicos nacionales o extranjeros. Ninguna dinastía política logró completar sus cuatro años en el poder después de ser electo. Existía un sentir común de lucha.

Pero también había una sed de democracia más sensible a su pueblo. Se sabía que bloquear carreteras con llantas ardientes y destruir las calles empedradas de Quito no era una fórmula duradera para construir una sociedad completa y una economía estable que beneficie a la mayoría de la población. Un frente amplio de organizaciones sociales se unió en el 2006 para darle el poder a Correa y a su círculo y redactar democráticamente una nueva Constitución. En ese tiempo el círculo que rodeaba a Correa estaba bien poblado de activistas sociales conocidos, pero con el transcurrir de los años esos aliados se han estado yendo de a poco. Le quedan, de la izquierda, aliados marxistas-leninistas quienes sí prefieren una democracia “masajeada” para darles un poder perpetuo (la bendita “revolución”), y los oportunistas de cualquier persuasión política que no se preocupan por el estado de la democracia ecuatoriana sino por su propio acceso a ese poder.

En 2010 sucedió una protesta policíaca que hizo tambalear la confianza que Correa tenía sobre el control del poder y el apoyo ciudadano que lo mantenía en el palacio presidencial de Carondelet. Ese día el Presidente creyó que se uniría a las filas de los presidentes populistas con su popularidad desinflada y su poder arranchado: Abdalá Bucarám y Lucio Guitierrez.

A partir de septiembre del 2010 vemos un Correísmo mucho más interesado en el control de la información, no sólo en medios tradicionales sino en las emergentes redes sociales donde la opinión pública se dispara antes de llegar a la difusión masiva que le da la radio y la televisión. Hoy sabemos que las agencias de orden público (la policía nacional, el ejército, el servicio de inteligencia SENAIN, y otras entidades de control) se ocupan activamente de monitorear en línea y en vivo a quienes llaman “opositores” (aunque esa definición de oposición ponga en conflicto al gobierno electo con organizaciones y sindicatos de auténtica agrupación social). Un ejemplo de este monitoreo lo vemos en una presentación que hiciera la Policía Nacional sobre datos íntimos de la organización ambiental Yasunidos. Las entidades del gobierno irrumpen, incluso, en las comunicaciones más privadas de personas específicas quienes desafían el dominio de la información que anhela tener el Correísmo (un ejemplo de esto es el misterioso hackeo de la cuenta de correo de la política guayaquileña Martha Roldós, que sale publicada en el periódico estatal sin que exista una investigación policial del origen de esos correos privados).

En el 2014 hemos visto muchas más protestas en las calles de las que se habían visto hasta ahora. Marchas de médicos, ambientalistas urbanos, trabajadores, mujeres indígenas de la selva y estudiantes que se han apoyado entre sí y, además, se suman a la organizada oposición política que siempre existió en la izquierda y la derecha, pero que no ha tenido ningún apoyo popular hasta este año.

El 19 de noviembre todos estos actores políticos se unieron para convocar a protestas nacionales en las calles en todo el Ecuador. Las marchas se llevaron a cabo de manera pacífica y la conexión y solidaridad entre estos movimientos dispersos parece estar fortaleciéndose.

Así, mientras estos lazos peligrosos para el Correísmo se fortalecen, también lo hacen los intentos de control sobre la información y la discusión pública que trata de establecer el gobierno tecnocrático y bien establecido en el poder. Fue interesante, entonces, observar como se articulaban las fuerzas de control público para enfrentarse con una oposición política creciente y variada, y como se vive esto desde la ciudadanía. Aquí unos pocos ejemplos:

 

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